Gelatina de plata
Nueve formatos  de 50 x 70 cm
1979


 

En Antropofagia, una serie del Faenza, agregué a una de las fotos de la secuencia un texto en el que aludo a la condición omnívora del ser humano, que incluye tomar   fluidos de individuos de la misma especie,   pero mas allá   me refiero a su naturaleza territorial. Lo que verdaderamente me llevó a refugiarme en el sexo en la oscuridad del lugar fue un sentimiento de extrañeza en mi propio territorio, un individuo de una raza derrotada, que a pesar del mestizaje seguía siendo el mismo que vivió la confrontación cultural cinco siglos atrás.

Me pregunto al pensar en ese encuentro terrible que fue la conquista, si pudo haber sido de otro modo o haber sucedido después, me respondo que fue inevitable que se impusiera una cultura sobre la otra, una raza sobre otra, lo terrible fue cómo se hizo. La historia humana está llena de horrores, el caso de la conquista de Indias es uno de tantos, de tal modo que pensaría que la civilización se abona con sangre, que el sentido territorial animal es una fuerza casi necesaria. Me consuela entender que en ese almácigo doloroso algo se gesta. En América indudablemente lo positivo fue el mestizaje. Para nada la ideología cristiana y gran parte de la cultura occidental con su consumismo y depredación del medio ambiente.

Las tardes suspendidas.

Muy temprano aún siendo estudiante al preguntarme acerca de una posible funcionalidad del arte decidí  basar mi trabajo en mis propias diferencias con lo normativo. Así bajé a los sótanos más oscuros de mi experiencia sumergiéndome nuevamente  en las penumbras urbanas, no ya en busca del placer y la evasión sino con el firme propósito de encontrar en ellas, tomando distancia, y mirarando desde afuera aquellas situaciones vividas una y otra vez en esas tardes llenas de emoción y riesgo.

Estos documentos son el producto de dicha decisión  y el punto de  arranque de todos los procesos en mi obra. Ellos  me han llevado a planteamientos  éticos y a soluciones formales que involucran conceptos tales  como las  relaciones  del arte con la realidad y con su misma naturaleza y muy importante, a establecer valores plásticos en el manejo de diversos medios que desde entonces he usado y que incluyen las instalaciones, el sonido y últimamente el video.

La  luz en estas fotografías proviene  sin otra fuente,  del reflejo de  la pantalla  dentro de la sala  de cine y son documentos reales  de una de las cámaras oscuras del centro de la ciudad , el teatro  Faenza.

Miguel Ángel Rojas.

Faenza Series
Silver gelatin prints
Nine prints, 20 x 27 1/2 inches
1979


In one photo in the Faenza series,  Anthropophagy , I added a text alluding to the fact that humans are omnivores, even ingesting fluids from the same species, but moreover, I refer to the territorial nature of humans. What truly led me to take refuge in the theme of sex in the darkness of this place was my sense of alienation within my own territory: an individual from a conquered race, who despite mestizaje or cultural blending, continues to be the same as the one who experienced cultural confrontation five centuries earlier.

When I think about the terrible encounter that was the Spanish Conquest, I wonder if it could have happened in any other way or at any other time, but it seems to me that it was inevitable for it to occur as it did, with one culture being imposed over another, one race over another, in such an awful fashion. Human history is full of atrocities, and the case of the conquest of the Indies is just one of them, to the point that one would think that civilization is fertilized with blood, and that the animalistic territorial instinct is almost a necessary force. I’m consoled by a comprehension that something might be born of that painful implantation. The positive outcome in the Americas was indisputably mestizaje, and certainly not Christian ideology or much of the Western culture of consumerism and environmental destruction.

Miguel Ángel Rojas

Translated by Michelle Suderman